lunes, 8 de septiembre de 2014

El tiempo de nuestros días



He estado enredando
en el trastero de la memoria.
No se lo que buscaba
pero encontré tus ojos,
brillando de juventud.

Hago una introspectiva
en el tiempo de mi vida
y busco en su transcurrir
el hilo conductor
de nuestra relación temporal
utilizando tu mirada
como brújula para navegar,
lucero del alba de nuestros días,
luna que iluminó las noches
que, por efecto del tiempo,
se han hecho eternas.

Siento, por un instante,
añoranza de tu piel
y extiendo mi mano
esperando encontrar
una discontinuidad
en el espacio-tiempo
que me permita
sentirla de nuevo en la mía.

¡Tercas leyes físicas!
recurro, pues, a la imaginación,
más moldeable y generosa
que me devuelve tu caricia
pero también, me lo temía,
la tristeza de tu rostro,
reflejo del mío,
consciencia desvelada
de que el tiempo no pasa en balde,
y que mis días no son, 
ahora, los tuyos.

Así, devuelvo tus ojos
a la alacena en un suspiro
preñado de la esperanza
de que el recuerdo
nos reúna en un instante,
aunque sea fugaz,
como perséida en la noche
del tiempo de nuestros días.



Las Rozas, 8 de septiembre de 2014