martes, 5 de agosto de 2014

Aires de Haendel



Suena en el aire
un aria de Haendel
y, mientras la voz
se entrelaza al chelo,
lágrimas furtivas
asoman a tus ojos.

La carretera corre
bajo nuestros pies,
las nubes se disgregan,
caprichos de algodón,
en formas imposibles
y, el corazón, inoportuno,
se anuda a la melodía,
se encoge, se agranda,
late al compás barroco.

Ensayo una caricia,
leve aleteo de mariposa,
que tiene vocación de beso
que detenga al vuelo
la gota que se desliza 
por la mejilla.

El sentimiento se desboca
anegando el alma de sal
del mar de tu mirada
con humedad cristalina
que se seca a impulsos
de suspiros entrecortados
que serenan el espíritu
a golpes de sensatez.

Mientras, la soprano
nos sigue acariciando
como el arco al cordaje
que nos une en instantes
cargados de corcheas
que revolotean juguetonas
entre nosotros y el paisaje.

Las Rozas, madrugada del 5 de agosto de 2014

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